Como sabrás, tomar un té en los países musulmanes es mucho más que ingerir una deliciosa bebida, caliente por lo general. En realidad, se trata de un gesto de respeto y amistad, que a menudo lleva aparejado un ritual o, cuando menos, un cierto protocolo a la hora de prepararse y servirse. Y resulta interesante saber que en cada país (e incluso, en cada región), el té tradicional de referencia es distinto. Por ello, sin pretender elaborar una guía completa sobre esta bebida, destacamos algunos de los tés más importantes en los países musulmanes, concretamente en algunos de los países de nuestro catálogo de agencias, donde son una clave de su gastronomía.
Té de menta, en Marruecos
El té marroquí, también llamado a menudo té moruno, es la bebida nacional en Marruecos. Se trata de un té verde, pues su ingrediente principal es el té verde chino (de tipo gundpower). Pero lo que realmente lo hace diferente es el empleo de menta o hierbabuena en los últimos pasos de la preparación, cuando el té ya ha infusionado y se ha diluido el azúcar, de tal manera que la bebida adquiere este matiz refrescante y genuino. Si bien muchas marcas venden el té marroquí ya preparado, con el blend que ya incluye la menta o hierbabuena, en realidad lo ideal es añadir las hojas enteras en ese paso final.
Çay o té turco, en Turquía
Aunque a menudo se considera el café turco como la bebida nacional del país, el té turco (çay) tiene un nivel similar de importancia social. En este caso, se trata de una variedad de té negro: este té emplea la misma planta que el té verde (Camellia sinensis), pero se le ha sometido a un proceso de oxidación previa más prolongado. De ahí su color más oscuro y también sus mayores niveles de cafeína. Pero para que realmente se le considere té turco, dicho té negro debe haber sido cultivado en Rize, en las costas del Mar Negro. Además, otro detalle diferenciador es su elaboración en doble tetera (una inferior y otra superior). En este caso, cada cual puede preferir un té más denso o menos, en función de la mezcla de té y agua que se sirve al final, en vaso transparente. En función de ello, el color también irá variando entre un marrón-rojizo más oscuro o más claro.
Karkade, carcadé, karkady o bissap, en Egipto
Todos los anteriores nombres son distintas formas de referirse al mismo té, típico de Egipto. Y aunque a menudo se le llama ‘té egipcio’, en realidad no emplea Camellia sinensis como ingrediente principal, sino flores secas de hibisco, de un característico color rojo que se traslada a la bebida. Según la tradición, estas flores deben recolectarse a mano y dejarse secar al sol en el Desierto Blanco. Una de las particularidades de esta infusión es que no solamente se puede tomar caliente, sino también frío (entonces, recibe el nombre de einab), tras haber dejado que refresque a temperatura ambiente y después, un par de horas en la nevera. En ese caso, se le puede añadir incluso un cubito de hielo.
Té beduino, en Jordania
El té típico de Jordania recibe a menudo el nombre de té beduino, por asociarse a esta etnia tan importante del país. Al igual que el té turco, su base es el té negro, pero con una diferencia importante: antes de infusionarlo, se le añade salvia al agua hirviendo, de modo que adquiere un toque característico. Además, es habitual aromatizarlo con otros ingredientes naturales, como canela o cardamomo, de modo que podrás encontrar diferentes resultados según la región o el local donde lo tomes.