La naturaleza de Tanzania es uno de los grandes atractivos del país. Y sin ella, no se podría dar la riqueza y diversidad de animales salvajes que habitan aquí, como los que hemos enumerado en este otro post de nuestro blog. Por ello, sería injusto que nuestros ojos (y nuestros teleobjetivos y prismáticos) sólo se centraran en la fauna: los diferentes paisajes naturales de este país esconden árboles y especies vegetales de lo más interesante, y les dedicamos su merecido espacio en las siguientes líneas.
Diferentes áreas, muchos parques nacionales
Tanzania es un país muy grande y muy diverso desde el punto de vista geográfico, con áreas a distinta altitud y diferentes condiciones climáticas. Y eso tiene su influencia directa en la naturaleza de Tanzania: existen cerca de una veintena de parques nacionales repartidos por todo el país, lo que da cuenta no sólo de la biodiversidad vegetal de este territorio, sino también del estado salvaje y virgen de todas las zonas protegidas, no exentas de riesgos para su sostenibilidad y conservación.
Abarcar toda la biodiversidad del país excedería con creces el tamaño de este post, y por ello nos centraremos en lo más destacado de las dos áreas que cubren nuestros circuitos: el norte y el litoral del océano Índico, al este. En cambio, tanto el centro como el sur y el oeste quedan fuera de este repaso aunque no carecen, ni mucho menos, de ecosistemas naturales de extraordinario valor.
El norte de Tanzania se distingue por la presencia de varios parques nacionales relativamente pequeños (en comparación con otros del país) pero con una magnífica concentración de biodiversidad. Es el caso del Parque Nacional de Arusha, el Cráter de Ngorongoro, el Parque Nacional de Tarangire y, sobre todo, el Parque Nacional del Serengeti que, en realidad, se extiende también por su vecino del norte, Kenia. Y tampoco podemos olvidar el Parque Nacional del Kilimanjaro, la montaña más alta de toda África.
Sin pretender desarrollar aquí un clasificación exhaustiva (para ello se puede consultar, por ejemplo, el catálogo de ecorregiones de WWF), tratamos a continuación las claves de los principales ecosistemas del país, no con un propósito académico sino para hacerlos más comprensibles a ojos de un viajero que visita el país y hace un safari.
Sabana arbustiva y pradera volcánica
Según WWF, la sabana arbustiva y la pradera volcánica son los dos grandes ecosistemas que se dan en el norte de Tanzania, y están estrechamente relacionados. A nivel de suelo, las especies arbustivas sirven de alimento a los animales herbívoros, así como de escondite a éstos o sus depredadores. Las especies más numerosas son las de la familia Commiphora (bedelio de África) y de la Crotalia en la sabana, mientras que en la pradera aparecen también grama, pasto rodesio y otras muchas especies herbáceas.
Sin embargo, tanto en un ecosistema como en otro, lo más llamativo es la presencia de espectaculares acacias. Este nombre común abarca un grandísimo número de árboles repartidos por todo el mundo, pero la especie más característica en Tanzania es la Acacia xanthophloea, que puede alcanzar entre 15 y 25 metros de altura, y presenta unas hermosas hojas doblemente compuestas, con pequeños foliolos que, por cierto, son todo un manjar para las jirafas que se acercan hasta ellas para alimentarse.
Esta especie se conoce popularmente como ‘árbol de la fiebre’, aunque se puede decir que de manera injusta: los primeros colonos europeos observaron que la malaria tenía mayor incidencia en las zonas con presencia de estos árboles, aunque posteriormente se descubrió que dicha enfermedad es transmitida por mosquitos de zonas pantanosas, sin que estos árboles tengan responsabilidad en ello.
Además de este tipo de acacia, también hay que mencionar aquí el otro árbol icónico de la naturaleza de Tanzania. Y para ser más precisos, del Parque Nacional de Tarangire, donde su presencia es especialmente numerosa: nos referimos al baobab. Su silueta es inconfundible e imponente, caracterizada por un robusto y ancho tronco claro, y una copa irregular y poco densa, que llega a asemejarse a sus propias raíces. Su longevidad es digna de admiración, pues pueden vivir más de mil años.
Es por ello que los lugareños los llaman ‘abuelos’, no solo por su dilatada edad sino también por simbolizar la sabiduría, dado que son árboles que se adaptan muy bien al terreno y retienen humedad, además de proporcionar cobijo a muchas especies animales, sobre todo en su tronco, que suele estar hueco. La variedad más numerosa aquí es un tipo de Adansonia digitata, con un tronco menos recto y alto, y una copa que no adopta la forma de parasol tan característica en otros países. En este caso, sirve de alimento a elefantes (su corteza) y, tomando su nombre popular de manera literal (árbol de pan de mono), sus frutos son apreciados también por los primates.
El páramo montano del Kilimanjaro
Aunque a veces se utiliza el término ‘páramo’ como sinónimo de ‘carencia’, lo cierto es que el páramo montano que se da en el Kilimanjaro (5.890 msnm, aproximadamente) no responde a esta idea: aunque a partir de los 3.500 msnm la densidad y el porte de la vegetación disminuyen, lo cierto es que se da paso a otras especies vegetales de lo más singular: tan singular, que aquí se dan algunos endemismos realmente interesantes.
Por ejemplo, algunos tipos de Dendrosenecio (Senecio kilimanjari) y de Lobelia (Lobelia deckenii), esta última de carácter gigante, donde se producen numerosas rosetas que le dan un aspecto reconocible y singular. Por encima de los 4.500 msnm llega ya el ‘reino’ de las plantas en cojín.
Selva mosaico y manglares en el Índico
La mayoría de nuestros circuitos combinan algunos días de safari por los mencionados parques nacionales del norte de Tanzania para después poner rumbo a Zanzíbar. Este archipiélago se sitúa frente a la costa del Océano Índico, y es en este entorno donde surgen otros ecosistemas realmente característicos del país, muy diferentes a los anteriores.
En la costa continental son numerosos los manglares, es decir, árboles y arbustos que se caracterizan por su extraordinaria tolerancia a la inundación de sus raíces y, en especial, al agua salada del mar. Por ello, cubren amplias zonas en la orilla, lo que supone un fenómeno de lo más admirable.
Hay distintos tipos de manglares, y no sólo están presentes en la costa continental de Tanzania, sino también en Zanzíbar, por ejemplo en la Reserva Forestal de Jozani Chwaka Bay, donde estas especies vegetales ofrecen cobijo a los monos colobos rojos, una de las especies animales más icónicas de este archipiélago.
Pero la biodiversidad vegetal de Zanzíbar va mucho más allá, hasta el punto de que la WWF habla de “selva mosaico costera”, es decir, un entorno de extraordinaria riqueza de especies y hábitats, donde además se da una de las mayores concentraciones de endemismos del mundo, algo que la propia insularidad favorece. Aquí son especialmente numerosas las lianas y las plantas epifitas (que crecen sobre otros vegetales, sin parasitarlos).
Como ves, la naturaleza de Tanzania es especialmente rica. Y aunque sólo te muevas por el norte y la costa del Índico, la biodiversidad saltará rápidamente a la vista, con árboles y especies vegetales de lo más icónico. Así que si te encanta la flora y no sólo la fauna, este país puede ser también un destino ideal.